Las fotos de Héctor Barajas tienen la sustancia, la porosidad de la arena de la playa mojada a la hora del crepúsculo. Son firmes y a la vez movedizas, no se sabe si pertenecen al mundo de los sueños o a la extraña clarividencia del insomne.
Las imágenes de este fotógrafo mexicano cuentan con un ingrediente añadido: el realismo mágico, el maravilloso absurdo característico de quienes aprendieron a componer en América Latina. Sus fotos son purita sinestesia. Mediante la vista evoca el tacto, el sonido, el gusto, casi el olor....
Aunque se define autodidacta, en su lente se refleja su visión del espacio como diseñador gráfico. Se licenció en la Universidad de Guadalajara, México, país en el que residió hasta los 22 años y donde tuvo su primer amor con la imagen. Incursionó en el mundo de la fotografía en la Escuela de Artes Plásticas de Guadalajara. También por New York, París y diferentes ciudades de España.
Influenciado por Manuel Álvarez Bravo, Tina Modotti, Henri Cartier Breson y Hugo Brehme. Esteta y amante de la belleza, lleva más de 15 años retratándola, buscando y celebrando cada encuentro desde diferentes prismas y latitudes.